El día viernes 28/11/14 la banda del obrero
visitó: “EL OBRERO”
Agustin R. Caffarena 64 – La Boca, Bs. As –
Capital
Tel: 4362 – 9912
Cuenta la mitología Griega, que Tántalo,
hijo de Zeus, fue condenado a vivir en el Tártaro, la parte más profunda y
oscura del inframundo por haber cometido uno de los pecados mas mortales de la
época: Jactándose entre los mortales, fue revelando los secretos que había oído
en la mesa de los dioses y, no contento con eso, robó algo de néctar y
Ambrosía, y lo repartió entre sus amigos para que comieran y bebieran los
manjares de la vida eterna. Que fácil hubiese sido la vida de nuestro amigo
Tántalo, si en esa época hubiese existido un lugar como El Obrero, verdadero
restaurant y bodegón mitológico de Buenos
Aires.
Pero cuál es la gran virtud de El Obrero?,
muy simple: Hay lugares que buscan personalidad, algunos la consiguen y otros
no. La mayoría con artificios, artilugios e inspiraciones de otras latitudes
y/o de otros tiempos. El Obrero es uno de los pocos reductos que tiene
personalidad sin ser buscada, simplemente "es". La atención es
excelente, la decoración no está buscada sino que se encontró a través de los
años y tal como se decoraba antes por el barrio de La Boca: banderines de
fútbol, fotos de celebridades, pintura en mal estado y más cosas colgadas que
la capacidad que tiene la pared. Pizarrones exhiben los platos del día y los
precios, como los de Palermo Hollywood, pero en El Obrero siempre fue así. En
El Obrero comes como si estuvieras en la casa de tus abuelos, la comida es
rica, simple y sabrosa. Si a usted le gusta comer una ensalada de palta con
pomelo rosado, un gigot de cordero empanado en almendras o un mezclum de hojas
verdes, no venga a El Obrero, ahora, si realmente gusta de la comida casera y
bien preparada, no se lo pierda.
Cuenta la historia, que este lugar sagrado,
nació como una fonda de puerto para gente de trabajo de la zona, gente de esas
que en una discusión de futbol o de política termina a las trompadas. Lo
abrieron dos hermanos Asturianos: Marcelino y Francisco Castro en 1954, en un
local del barrio de La Boca que desde 1912 había funcionado como un despacho de
comidas y de bebidas. Pero el eco de las peleas ya se apagaron hace tiempo y
ahora El Obrero es el restaurante que eligen los famosos cuando quieren conocer
un autentico bodegón porteño. Como Bono,
que en 1998 vino y disfruto de un lomo con panaché de verduras, empujado por un
buen vino tinto, cuentan que quedo tan sorprendido, que al final de la jornada
pidió un brindis en irlandés, para toda la gente del lugar, incluyendo los
mozos y cocineros.
Con la banda fuimos la noche del viernes
28/11, persiguiendo otra noche de gloria gastronómica, y como siempre, todo
salió redondo, El Obrero tiene la magia de esos lugares que uno sabe que va ir
y la va a pasar bien, quizá no es la chica más linda del barrio ni la más
arreglada, pero es seguro la que nos va a hacer vivir los mejores momentos.
Entrar a El Obrero es como viajar en el tiempo, las mesas y las sillas son antiguas,
de la época, el aire futbolero que se respira y las paredes decoradas con
banderas, fotos y camisetas de todo tipo, te invitan a soñar, Para los hinchas
de Boca, el lugar se convierte en un santuario de parada obligada. Muchos de
los platos se anuncian en las pizarras: Fideos, Rabas, Brótola al roquefort,
Tortilla a la Española, flan casero mixto..etc, y se complementa con una carta
tradicional que no deja nada librado al azar: Se pueden comer pescados, pastas,
carnes, sopas, hay para todos los gustos, y todo hecho bien casero, con recetas
simples pero efectivas, uno puede ver con claridad la cara de felicidad de las
personas sentadas a la mesa, tienen cara de estar comiendo las mejores rabas o
el mejor plato de ravioles que jamás hayan probado.
Nosotros empezamos con una clásica entrada:
Rabas, cornalitos fritos y tortilla a la Española, las rabas son una de las
mejores del país, así de simple: del país!..Crocantes, sabrosas, con la terneza
exacta y ni una gota de aceite de mas, salen rapidísimo y llegan bien calientes
a la mesa, como en las mejores épocas del puerto de Mar del Plata. La tortilla
es otra perlita: bien babette, en el punto justo, sabrosa y jugosa por demás,
se deshace en la boca acariciando los paladares, un deleite hecho en sartén.
Luego vinieron los principales, los platos
fuertes, los que nunca defraudan, pedimos de todo y variado: Ravioles caseros
con Albahaca, parmesano y mozzarella, con tuco y pesto, Corvina a la Vazca,
Abadejo al roquefort, Salmon a la gallega, Matambrito de cerdo a la pizza,
Panzzottis con tinta de Calamar, Abadejo al verdeo con papas Noisette, Milanesa
de ternera a la napolitana y filet de merluza con puré. Capítulo aparte para
Silvia, una de las dueñas del lugar que nos atendió y que recuerda cada plato
sin anotar nada, y registra absolutamente todo lo que le digas, de la manera
que se lo digas. Siempre con una sonrisa y con el mejor humor, va memorizando
cada cosa sin dejar de hacerte una sugerencia si es necesario. Pero volviendo a
los platos, seria redundante detenernos a explicar ó a describir cada uno de
ellos, basta con decir que todo estuvo perfecto, todo salió a punto y con un
sabor impecable. Si hilamos muy fino, se puede decir que los ravioles vinieron
algo cargaditos de aceite, pero se convierte en un detalle menor, una manchita
de petróleo en el mar.
Creemos que la mejor virtud de este lugar
es que la comida tiene el sabor de lo realmente casero, que te remite a la
cocina de tu infancia, a la de los abuelos, o porque no, de las madres, no se
complican con ingredientes complejos ni con recetas estrafalarias, el pesto se
hace con Albahaca, la salsa de tomate es salsa de tomate, fresca y precisa, la
milanesa es tan simple como deliciosa y el pescado está hecho a la perfección,
crocante, firme y sabroso. Otra perlita?, sí, un plato que no podemos dejar de
destacar que hemos probado en más de una oportunidad: el arroz con calamares:
te traslada directamente a las calles de Valencia, y vas flotando por la
península Española, a medida que lo vas comiendo, es una exquisitez azafranada,
con esos aros de calamar que son como los anillos de Kingmoor, pero comestibles.
Este plato es un pañito caliente para el alma.
Para cerrar la comida, los postres. Son
perfectos, certeros, van directo al corazón, como una apacible puñalada de
dulzura. Hay de todo para elegir: flan casero, budín de pan, ensalada de
frutas, zapallo en almíbar, Bananas con crema, panqueque con dulce de leche,
queso y dulce, el de verdad, no el que te sirven de utilería en Palermo,
Batatas en almíbar, etc. Nosotros optamos por el de siempre, por el
indiscutido, por el gol de Maradona a los ingleses en postres, por este mito
que creo Doña Lidia, esposa de Marcelino, hace mas de 50 años y que hoy sigue
vigente como nunca: el pavé de vainilla, el pavé es un postre que muestra toda
la esencia de este lugar, es tan simple como delicioso: capas de vainillas,
bañadas con algún licor íntimo, coronado con una capa de crema, y cortado en
abundantes porciones. Se sirve solo, o acompañado con dulce de leche, con verdadero
dulce de leche, ese que te daba tu vieja cuando hacías toda la tarea, cuando no
te peleabas con tu hermano, un verdadero manjar que hasta te puede cambiar el
humor.
Los precios y la atención, impecables como
siempre, Silvia y Guillermo pilotean este barco a la perfección, te hacen
sentir como en tu casa y encima te vas con la sensación de haber pagado poco,
dejas la propina con ganas y apenas cruzaste la puerta ya estas pensando cuando
volver. Y encima para coronar la noche, nos dejaron sacar una foto grupal con
el premio que ganaron este año: el sifón de oro a la mejor comida porteña y al
bodegón más emblemático de Buenos Aires, un lujo. Nuestra remera y nuestra foto
inmortalizada para siempre en las paredes de este corpulento bodegón porteño.
Noche completita, noche perfecta.
Y volviendo al principio, háganos caso,
vaya a visitar el Obrero, si quiere quedar bien con sus amigos, o con su gente,
no haga como el griego que vivió confinado en la oscuridad por ofrendar comida
a sus amigos, llévelos a comer a El Obrero, no se va a arrepentir y va a quedar
como un Dios.
LBO.
(SIN CALIFICACION)
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