miércoles, 3 de diciembre de 2014


El sábado 8 de noviembre La Banda del Obrero realizo un almuerzo especial en el Club barrial de Loma Hermosa, “El Nogal” con sus integrantes, para programar las salidas del año 2015 y obviamente una buena excusa para degustar cosas ricas…

En dicho encuentro como veremos en las fotos se empezó con una picada bastante completa y abundante, acompañada de unos fernet con coca,  Hernán Rodriguez (Chef de la Banda) sorprendió a todos realizando en vivo una “Papas bravas” de forma muy simple se colocan varias papas blancas limpias y secas sobre papel aluminio, se las baña con un chorro de aceite de oliva y se le agrega algún condimento bastante picanton, puede ser ají molido, luego se las envuelve con el papel y a la parrilla. Cuando están a punto se las destapa y corta en rodajas, las acompañamos con una mayonesa casera de ajo, también hecha por Hernán Rodriguez.

Pero eso no fue todo, también sorprendió con unas pamplonas de pollo rellenas algunas con jamón crudo, queso provolone y romero, y otras con tomate seco y roquefort. Un manjar que acompañamos con salsa tártara.

Luego degustamos unos buenos chorizos junto con unos morrones con huevo arriba, una delicia…

Y por ultimo terminamos comiendo el plato principal del almuerzo, un dorado de 6 Kg aproximadamente, que había traído de la provincia de Corrientes otro integrante de La Banda, Walter Bidón, solo le fuimos tirando una salmuera que contenía jugo de limón, aceite de oliva, ajo, sal gruesa y algunas hierbas.

La Banda termino la jornada jugando unos partidos de truco para completar un día hermoso entre amigos.

LBO













El día viernes 28/11/14 la banda del obrero visitó: “EL OBRERO”

Agustin R. Caffarena 64 – La Boca, Bs. As – Capital

Tel: 4362 – 9912

Cuenta la mitología Griega, que Tántalo, hijo de Zeus, fue condenado a vivir en el Tártaro, la parte más profunda y oscura del inframundo por haber cometido uno de los pecados mas mortales de la época: Jactándose entre los mortales, fue revelando los secretos que había oído en la mesa de los dioses y, no contento con eso, robó algo de néctar y Ambrosía, y lo repartió entre sus amigos para que comieran y bebieran los manjares de la vida eterna. Que fácil hubiese sido la vida de nuestro amigo Tántalo, si en esa época hubiese existido un lugar como El Obrero, verdadero restaurant y bodegón  mitológico de Buenos Aires.

Pero cuál es la gran virtud de El Obrero?, muy simple: Hay lugares que buscan personalidad, algunos la consiguen y otros no. La mayoría con artificios, artilugios e inspiraciones de otras latitudes y/o de otros tiempos. El Obrero es uno de los pocos reductos que tiene personalidad sin ser buscada, simplemente "es". La atención es excelente, la decoración no está buscada sino que se encontró a través de los años y tal como se decoraba antes por el barrio de La Boca: banderines de fútbol, fotos de celebridades, pintura en mal estado y más cosas colgadas que la capacidad que tiene la pared. Pizarrones exhiben los platos del día y los precios, como los de Palermo Hollywood, pero en El Obrero siempre fue así. En El Obrero comes como si estuvieras en la casa de tus abuelos, la comida es rica, simple y sabrosa. Si a usted le gusta comer una ensalada de palta con pomelo rosado, un gigot de cordero empanado en almendras o un mezclum de hojas verdes, no venga a El Obrero, ahora, si realmente gusta de la comida casera y bien preparada, no se lo pierda.

Cuenta la historia, que este lugar sagrado, nació como una fonda de puerto para gente de trabajo de la zona, gente de esas que en una discusión de futbol o de política termina a las trompadas. Lo abrieron dos hermanos Asturianos: Marcelino y Francisco Castro en 1954, en un local del barrio de La Boca que desde 1912 había funcionado como un despacho de comidas y de bebidas. Pero el eco de las peleas ya se apagaron hace tiempo y ahora El Obrero es el restaurante que eligen los famosos cuando quieren conocer un autentico bodegón porteño.  Como Bono, que en 1998 vino y disfruto de un lomo con panaché de verduras, empujado por un buen vino tinto, cuentan que quedo tan sorprendido, que al final de la jornada pidió un brindis en irlandés, para toda la gente del lugar, incluyendo los mozos y cocineros.

Con la banda fuimos la noche del viernes 28/11, persiguiendo otra noche de gloria gastronómica, y como siempre, todo salió redondo, El Obrero tiene la magia de esos lugares que uno sabe que va ir y la va a pasar bien, quizá no es la chica más linda del barrio ni la más arreglada, pero es seguro la que nos va a hacer vivir los mejores momentos. Entrar a El Obrero es como viajar en el tiempo, las mesas y las sillas son antiguas, de la época, el aire futbolero que se respira y las paredes decoradas con banderas, fotos y camisetas de todo tipo, te invitan a soñar, Para los hinchas de Boca, el lugar se convierte en un santuario de parada obligada. Muchos de los platos se anuncian en las pizarras: Fideos, Rabas, Brótola al roquefort, Tortilla a la Española, flan casero mixto..etc, y se complementa con una carta tradicional que no deja nada librado al azar: Se pueden comer pescados, pastas, carnes, sopas, hay para todos los gustos, y todo hecho bien casero, con recetas simples pero efectivas, uno puede ver con claridad la cara de felicidad de las personas sentadas a la mesa, tienen cara de estar comiendo las mejores rabas o el mejor plato de ravioles que jamás hayan probado.

Nosotros empezamos con una clásica entrada: Rabas, cornalitos fritos y tortilla a la Española, las rabas son una de las mejores del país, así de simple: del país!..Crocantes, sabrosas, con la terneza exacta y ni una gota de aceite de mas, salen rapidísimo y llegan bien calientes a la mesa, como en las mejores épocas del puerto de Mar del Plata. La tortilla es otra perlita: bien babette, en el punto justo, sabrosa y jugosa por demás, se deshace en la boca acariciando los paladares, un deleite hecho en sartén.

Luego vinieron los principales, los platos fuertes, los que nunca defraudan, pedimos de todo y variado: Ravioles caseros con Albahaca, parmesano y mozzarella, con tuco y pesto, Corvina a la Vazca, Abadejo al roquefort, Salmon a la gallega, Matambrito de cerdo a la pizza, Panzzottis con tinta de Calamar, Abadejo al verdeo con papas Noisette, Milanesa de ternera a la napolitana y filet de merluza con puré. Capítulo aparte para Silvia, una de las dueñas del lugar que nos atendió y que recuerda cada plato sin anotar nada, y registra absolutamente todo lo que le digas, de la manera que se lo digas. Siempre con una sonrisa y con el mejor humor, va memorizando cada cosa sin dejar de hacerte una sugerencia si es necesario. Pero volviendo a los platos, seria redundante detenernos a explicar ó a describir cada uno de ellos, basta con decir que todo estuvo perfecto, todo salió a punto y con un sabor impecable. Si hilamos muy fino, se puede decir que los ravioles vinieron algo cargaditos de aceite, pero se convierte en un detalle menor, una manchita de petróleo en el mar.

Creemos que la mejor virtud de este lugar es que la comida tiene el sabor de lo realmente casero, que te remite a la cocina de tu infancia, a la de los abuelos, o porque no, de las madres, no se complican con ingredientes complejos ni con recetas estrafalarias, el pesto se hace con Albahaca, la salsa de tomate es salsa de tomate, fresca y precisa, la milanesa es tan simple como deliciosa y el pescado está hecho a la perfección, crocante, firme y sabroso. Otra perlita?, sí, un plato que no podemos dejar de destacar que hemos probado en más de una oportunidad: el arroz con calamares: te traslada directamente a las calles de Valencia, y vas flotando por la península Española, a medida que lo vas comiendo, es una exquisitez azafranada, con esos aros de calamar que son como los anillos de Kingmoor, pero comestibles. Este plato es un pañito caliente para el alma.

Para cerrar la comida, los postres. Son perfectos, certeros, van directo al corazón, como una apacible puñalada de dulzura. Hay de todo para elegir: flan casero, budín de pan, ensalada de frutas, zapallo en almíbar, Bananas con crema, panqueque con dulce de leche, queso y dulce, el de verdad, no el que te sirven de utilería en Palermo, Batatas en almíbar, etc. Nosotros optamos por el de siempre, por el indiscutido, por el gol de Maradona a los ingleses en postres, por este mito que creo Doña Lidia, esposa de Marcelino, hace mas de 50 años y que hoy sigue vigente como nunca: el pavé de vainilla, el pavé es un postre que muestra toda la esencia de este lugar, es tan simple como delicioso: capas de vainillas, bañadas con algún licor íntimo, coronado con una capa de crema, y cortado en abundantes porciones. Se sirve solo, o acompañado con dulce de leche, con verdadero dulce de leche, ese que te daba tu vieja cuando hacías toda la tarea, cuando no te peleabas con tu hermano, un verdadero manjar que hasta te puede cambiar el humor.

Los precios y la atención, impecables como siempre, Silvia y Guillermo pilotean este barco a la perfección, te hacen sentir como en tu casa y encima te vas con la sensación de haber pagado poco, dejas la propina con ganas y apenas cruzaste la puerta ya estas pensando cuando volver. Y encima para coronar la noche, nos dejaron sacar una foto grupal con el premio que ganaron este año: el sifón de oro a la mejor comida porteña y al bodegón más emblemático de Buenos Aires, un lujo. Nuestra remera y nuestra foto inmortalizada para siempre en las paredes de este corpulento bodegón porteño. Noche completita, noche perfecta.

Y volviendo al principio, háganos caso, vaya a visitar el Obrero, si quiere quedar bien con sus amigos, o con su gente, no haga como el griego que vivió confinado en la oscuridad por ofrendar comida a sus amigos, llévelos a comer a El Obrero, no se va a arrepentir y va a quedar como un Dios.

LBO.

(SIN CALIFICACION)


Seguinos @LBandaDelObrero















 

lunes, 27 de octubre de 2014

El sifon de oro al mejor bodegon 2014 fue para el que lleva el nombre de nuestra Banda. Felicitaciones "El Obrero restorant"
http://www.lanacion.com.ar/m1/1738392-sifon-de-oro-entregaron-los-premios-a-los-mejores-bodegones-de-buenos-aires

“LOS TALAS DEL ENTRERRIANO”

SU HISTORIA
Oscar, dueño del lugar, se vino a Buenos Aires en 1970, a los 25 años, desde un pueblo llamado Lucas González, en el departamento de Nogoyá (Entre Ríos). Para pagarse el viaje subastó todos sus bienes, que no eran mucho más que unas bombachas de campo y un par de facones. Cuando llegó no podía encontrar trabajo porque sólo tenía hasta tercer grado, aunque finalmente lo tomaron en una fábrica textil (mintió diciendo que había hecho quinto grado).

El terreno, en el que hoy se sitúa la parrilla, era la quinta de unos portugueses, adonde Oscar iba por las tardes y araba tres manzanas enteras con un sólo caballo.

En 1985 empezó a vender choripanes sobre la vera del camino y su fama comenzó a crecer. Siempre con el facón en la cintura, la boina y la vestimenta de campo, puso unas mesas abajo de los árboles, llamados “talas”, y siguió creciendo. Así nació el nombre.

En 1992 compró medio lote y se hizo famoso porque empaló 68 lechones en un día, que fueron tragados sin piedad por la gente de la zona. En 1993 cerró el salón y la rueda ya no se detuvo.

 
 
 
Hoy, esta parrilla es una empresa
con todas las letras. En el fondo, un pilón monumental de leña da cuenta
 de lo que se cocina diariamente en los asadores. Esos 10 mil kilos de leña, que llegan cada semana desde
San Jaime de la Frontera, en el noreste de Entre Ríos, alcanzarían para alimentar todos los fueguitos de
todas las parrillas del país, por varios días, y varias noches

Los chanchos vienen de un criadero de Cañuelas, los cortes vacunos son seleccionados especialmente por el
 dueño y los chorizos, especialidad del lugar junto al matambre y el lechón, son caseros.








 
 

La dirección y la localidad suenan a algo lejano, pero llegar a Los Talas del Entrerriano es muy sencillo: se toma la Panamericana y, a la altura de Márquez, en vez de girar a la derecha, en donde está el Hipódromo y las parrillas de alta gama del boulevard Dardo Rocha, se va hacia la izquierda, que -se sabe- vendría a ser la orilla de los marginales del sistema (la Panamericana tiene esas cosas). A las 10 o 15 cuadras de ir por Márquez aparece sobre el camino, de mano derecha, Los Talas del Entrerriano, un gigantesco galpón repleto de mesas y asadores, una meca carnívora en el medio de la oscuridad. Si se acude un sábado a la noche, es posible que haya más de una hora de espera. Los fines de semana el lugar explota durante el almuerzo y la cena. De lunes a viernes, la cosa es un poco más tranquila, aunque sólo abre al mediodía.
La banda del obrero concurrió un viernes por la noche, algunas pocas personas paradas en la barra (En la barra se pueden comer sándwiches de matambre, vació, bondiola y milanesa y  ya el aroma que desprende, nos invita a fantasear con una noche carnívora de fantasía). De a poco nos acomodamos en la mesa preparada, a un extremo, cerca de una pared frontal, y mientras esperábamos que lleguen todos, fuimos hojeando la carta y picando algunas cositas. Ya el chimichurri, junto con el pan, presente en todas las mesas, justifica llegar un rato antes a la cita, la mezcla y el picante perfecto, solo regar una de las tablas que el lugar entrega como plato, y luego mojar el pan crocante para entrar en una nueva dimensión.
El encanto de este sitio, desconocido para muchos, es que contradice todo lo que el barbudo Karl Marx ha escrito sobre la lucha de clases, ya que obreros y burgueses se mezclan en las mesas y devoran alegremente chorizos, lechones y prodigios vacunos que se sirven en el lugar. Hermanados por la carne, las clases sociales se disipan sin rencores en la noche de José León Suárez.
La banda empezó el raid gastronómico, con una clásica entrada: chorizos, de tipo casero, mucho más grande que los tradicionales, servidos en su punto justo, tierno y muy sabroso.  Morcilla, correcta, sin grandes pretensiones, y una porción de  rueda (la cola del intestino grueso), que vino servida en bandeja aparte, crocante y con el equilibrio justo. Si pensamos que la palabra achura, proviene del idioma araucano “Achuraj”: lo que no sirve o se tira – podemos considerar que estamos ante una de las mejores evoluciones gastronómicas de todos los tiempos, ya que hace rato, y por suerte, estos manjares ya no se descartan, forman parte y complementan los mejores asados de todas las casas, restaurants, clubes y parrillas.
Para acompañar la entrada, o los platos principales, se pueden pedir ensaladas con ingredientes clásicos: Lechuga, tomate, cebolla, radicheta, rucula, zanahoria, huevo, papa, chaucha, etc, o las clásicas papas fritas, que pueden pedirse solas, o a la provenzal (con una lluvia de ajo y perejil). Nosotros pedimos estas últimas, la porción un poco chica, pero correctas, secas y doradas, cumplen su función, pero no están acordes con la calidad de la carne que se sirve en el lugar.
Luego vinieron los platos principales, Martin, nuestro mozo estrella y anti- milanesa de soja, nos recomendó que arrancáramos con una porción de matambre y vacío. Cabe aclarar, a favor y en contra del lugar, que en la carta no está presente la típica parrillada, la modalidad del lugar no la permite, solo se pueden escoger porciones o medias porciones del corte elegido, que puede ser: Bife de chorizo, asado, matambre, chivito, bondiola, cordero, pollo, conejo, lechón, hasta una opción de salmón rosado a la parrilla, lo que sí, las porciones son gigantes, nosotros fuimos 8  y cada porción alcanzó para todos y sobraba, todo se sirve en su punto justo. Con el equilibrio de sal justa, con presentaciones discretas, pero muy efectivas.
 Pero vamos a detenernos en dos puntos altísimos a destacar, el primero es que la espera es prácticamente nula, esta todo tan aceitado, y cada persona esta tan consciente de lo que debe hacer, que las porciones salen con una velocidad inusitada, solo 5 minutos después de hacer los pedidos, la comida llega a la mesa, humeante y urgente de apetito 100% carnívoro. El otro punto es el matambre: un manjar, una verdadera delicia: viene arrollado sobre sí mismo, relleno apenas con un suave aceite de provenzal, se deshace al cortarlo, con un punto de cocción y terneza ideal, este paladín vacuno deja la huella en el paladar, pudimos investigar que lo hacen a la parrilla, lo colocan arrollado sobre sí, cubierto con un papel de aluminio, el secreto está en el tiempo de cocción, aquí no hay apuro, no existe la urgencia en la cocción de este terciopelo de carne que es una de las perlitas del lugar.
Junto con el matambre nos trajeron una porción de vacío, muy abundante, muy rico, hecho al asador, el cuero se desprendía solito, solito, y las hebras de carne se desarmaban en los platos, realmente la calidad de la carne es de exportación, apto para exigentes. Un punto flojo del lugar es la carta de vinos, muy básica y acotada: Bodegas Bianchi, El Esteco, Trapiche, Lopez, no mucho más, poca dedicación para los vinos, por ahí resalta algún Alamos de Catena Zapata, pero en general los precios de los vinos están muy por encima de la media, para la calidad ofrecida, optamos por tomar el vino de la casa ( de ¾ $50), bravo, raspador, bien para gauchos, no apto para paladares palermitanos, un deuda pendiente y un tema a mejorar en cuanto a vinos se refiere.
Después del matambre y del vacío, hicimos una pausa, que entre otras cosas nos ayudo para observar el lugar, que a esa altura sí ya estaba completo, pudimos ver las mesas ordenadas, la atención de los mozos rápida y expeditiva, volaban platos, papas fritas, provoletas y ensaladas, y todos parecían satisfechos, cada tanto conversábamos con nuestro mozo, que en todo momento se brindó para las sugerencias y hasta se interesó por la función de nuestra empresa, realmente los Talas, ofrece una armonía muy interesante entre un lugar áspero, rústico, sin grandes pretensiones, y una calidad de carne superlativa. Terminada la pausa, volvimos al ataque: esta vez la elección fue una porción de asado, provoleta y unas ensaladas de rucula y parmesano, el asado es una maravilla, los huesos se desprendían de la carne como el alma se desprende del difunto, la carne tierna, con la grasa y el punto de sal exacto, también hecho al asador, también servido sin demora, un imán gastronómico de 8 costillas, muy sabroso.
Por último, quedan los postres, pedimos 5 en total: Una tarantela, un flan casero, un flan casero mixto, unas frutillas con crema y una copa “Los talas”, los postres podemos decir que fueron correctos, no son la especialidad del lugar, pero tampoco desentonan, la copa los Talas es más vistosa que sabrosa, solo frutas y helado que engañanan un poco, culpa de una presentación ampulosa. Los precios? Muy razonables para la calidad de comida que ofrecen, aunque vale la pena una aclaración: Los Talas del Entrerriano es un lugar ideal para ir en grupos de más de 4, para poder intercambiar platos y poder probar más variedades.
En síntesis, Los Talas del Entrerriano es una parrilla apta para carnívoros y amantes de la buena comida, para abstención de lujosos y glamorosos, ideal para aquellos que quieren pagar lo justo por lo que les dan a cambio.
LBO!
LES DEJAMOS MAS FOTOS ...
 












 

miércoles, 15 de octubre de 2014

Cervecería Lopez

El día viernes 19/09, La banda del Obrero visito Cervecería Lopez

Comer buen jamón en Buenos Aires no es nada fácil. A veces muy salado, otras falto de estacionamiento, son pocos los lugares en los cuales es posible disfrutar de una ración correctamente cortada. Uno de ellos es Cervecería López, antiguo Bodegon de Villa Ortuzar, fundado en Febrero de 1943: banderines aquí y allá, ambiente familiar y mozos de oficio y excelente atención en un bodegón con 70 años de historia, que hacen de este espacio una institución en el barrio.
La carta ofrece un amplio recorrido por la gastronomía porteña, desde una muy correcta parrilla pasando a las pastas y platos tradicionales de cocina. Muy recomendables las rabas, y La tortilla a la Española, en su punto justo de cocción.
Si de picadas se trata, la López ($370 para 4 a 6 personas) incluye diez variedades de ingredientes: jamón crudo, jamón cocido natural, gruyere, leberwurst, mortadela con pistachos (tipo Italiana, espectacular) aceitunas verdes rellenas con morrón, aceitunas negras, morrones asados, berenjenas al escabeche, porotos pallares y ensalada rusa. Todo está bien, todo es rico. Pero lo que coloca a Cervecería López por encima del promedio es uno de esos ítems: el jamón crudo estacionado (se lo puede pedir como porción única ó como media porción). Muchos menos salado que la mayoría de los jamones nacionales, el paladar agradece poder apreciar sabores que la sal usualmente enmascara, mientras que la grasa se derrite en el paladar. Para acompañar hay una acotada carta de vinos, aunque la casa recomienda la cerveza tirada, servida bien fría en los infaltables chopps o en jarras de un litro y medio que gustan mucho en las mesas multitudinarias.
Uno de los puntos flojos del lugar, es sus pocas variedades de cerveza, si bien la tirada, que recomienda la casa cumple, son pocas las variantes que se encuentran en la carta, a fin de poder probar otro tipo de sabor, solo se limita a Quilmes, Estela, y una o dos artesanales, muy poca oferta en comparación a la comida.
El precio?, razonable para lo que ofrece este lugar, equilibrado, recomendable para darse un gusto y salir de lo tradicional, para dejarse llevar por los sabores del mediterráneo, dejarse conquistar por la ambientación del lugar. Ideal para ir con amigos.
Para el día a día, de lunes a viernes, hay un menú de mediodía que incluye plato principal (ensaladas, muslo deshuesado, revuelto gramajo, pastas son algunas de las más de las veinte opciones), bebida y café, con una relación precio calidad óptima.


 



 




 


 Y si de comida hablamos, y no alcanzó con la picada, podemos recurrir a la carta, nosotros probamos tres platos: Muslos deshuesados a la Barcelona, mejillones en su valva a la Portuguesa y Bondiola de cerdo a la pizza sobre salsa de soja, todo muy rico, todo en su punto justo, la salsa de los muslos de pollo para destacar, con una suave crema de verdeo con la untuosidad y acidez perfecta.